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Desmayos, caídas, golpes de calor... La lista es larga y está compuesta por las quejas del grupo de taichí del Centro Cívico Suárez Naranjo, en el barrio de Arenales en Las Palmas de Gran Canaria. Este martes los usuarios del espacio social del núcleo poblacional del distrito centro se han concentrando para lamentar el abandono por parte del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de la instalación, que acoge a más de un millar de usuarios en sus actividades.
Casi un centenar de personas se han congregado este martes en la plaza de la Constitución, frente la Subdelegación del Gobierno. La convocatoria corría a cargo de la asociación cultural Fuera de la Portada. Como ejemplo sonoro de las actividades que se realizan en el centro, a la manera de un llamado tribal, los yembés del taller de percusión africana sonaban poderosos para la reunión popular.
Entre las demandas está la de unas instalaciones dotadas de elemento de protección frente al calor. Laura Lago, tallerista de taichí, es la que pronuncia la lista de problemas que encabeza este artículo. Pide aunque sea el toldo para proteger a sus usuarios, que ocupan un rango de edad entre la veintena y los largos ochenta.
Pedro García, vicepresidente de la asociación, lidera la marcha. Organiza las consignas y pide que los usuarios del centro que pasen al centro del coro para contar sus experiencias. Otro veterano vecinos pide el micrófono y tunea la consigna clásica: «Arenales, unido, por un centro cívico digno».
Es García el que ofrece un relato de los argumentos de una «reivindicación amable y pacífica». «El patio exterior se reformó un poco en 2021 por la pandemia, pero se ha ido degradando. Ya no es practicable para hacer ejercicios físicos. Hablamos de personas mayores y sensibles; nuestro principal principio es el de mejorar la salud de las personas del centro por eso en diferentes ocasiones nos hemos puesto en contacto con el Ayuntamiento señalando la probelmática y durante años no se nos ha dado respuesta», comenta.
El Centro Suárez Naranjo organiza distintas actividades para la dinamización del barrio. Además de las acciones deportivas, allí se encuentra una de las sedes de la Universidad Popular. Esa ocupación completa de sus actividades se comprueba también en la movilización social, con una capacidad de respuesta numerosa a la concentración de esta martes.
Es el propio Pedro García el que quiere que las usuarias de taichí tengan un protagonismo especial. «Es uno de los talleres más afectados», expresa porque señala que «habría que cambiar el pavimento por uno más seguro y trasladar esa zona a otro lugar del patio en el que el sol es menos violento».
Laura Lago añade una cronología a sus quejas. «Antes hacíamos esta actividad en un salón en el sótano. Pero tras la pandemia nos obligaron a sacar al patio a los grupos. Ahora damos clases por grupos de 20 personas, y las condiciones son muy peligrosas. Con un suelo de corcho muy peligroso. ¿Cuándo van a atendernos? ¿Cuando en vez de un desmayo sea un infarto?», se pregunta.
Esta concentración es la primera manifestación pública de su descontento. Esperan que el Ayuntamiento abra los oídos y responda a las peticiones de condiciones dignas para la vida de un barrio histórico y con una lista de tareas pendientes que atender.
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Liliana Martínez Colodrón | Valladolid y Pedro Resina | Valladolid
Edurne Martínez | Madrid, José A. González, Sara I. Belled y Álex Sánchez
Olaya Suárez | Gijón y Álex Sánchez
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