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«Da asco vivir aquí». Así de contundente se manifiesta Sandra Alemán, vicepresidenta de la comunidad de vecinos del bloque 5 de la calle Palma de Mallorca, en la zona del polígono de San Cristóbal conocida como Gran Chaparral. Asegura que el estado que presentan las aceras y los patios que rodean este inmueble y el del número 3 de esa misma vía representan un peligro y son la muestra del «abandono» que ha sufrido esta zona a lo largo de los años.
«Salgo por la mañana y tengo que ir por la pared para no caerme», comenta Mario Alemán, padre de Sandra, tratando de explicar lo complicado que es para personas como él, que supera los 80 años, transitar por una aceras que presentan un gran deterioro y son una trampa para personas de edad avanzada o con problemas de movilidad.
«Aquí estamos abandonados, como si esto no existiera», lamenta Pilar Arteaga, que recuerda que su estado de salud es delicado, «pues me han dado cuatro ictus» y andar por unas aceras en tan mal estado le supone una dificultad añadida. Además, «se han caído muchas personas», dice.
«Esto en el año 1974 era una zona residencial», rememora Mario Alemán, que lleva casi medio siglo viviendo en un entorno que afirma no tiene ningún tipo de mantenimiento. «Por aquí no viene Parques y Jardines ni nadie», señala.
Y es que además del mal estado de la aceras, los vecinos se quejan del daño que generan unas palmeras que aseguran puso en su día el Ayuntamiento.
Así, apuntan que sus raíces se cuelan hasta en el aljibe que abastece a la comunidad y que presenta «un hundimiento importante».
«Lo que pedimos es que quiten las palmeras y tapen todo esto», dice Sandra, que señala que «el Ayuntamiento nos dice que esto pertenece a la comunidad, pero ni las mantienen ni nos dejan quitarlas».
Este es un asunto que preocupa muchos a los residentes en esta parte de la ciudad, porque señalan que «ya se cayó una palmera encima de un coche», apunta María del Pino Puche, que reside «de toda la vida» en el edifico número 3. Una comunidad que preside desde hace poco Ivette del Pozo, que añade que «el Ayuntamiento le pagó al dueño del coche los daños», por lo que entiende que alguna responsabilidad tiene sobre el mantenimiento de esos ejemplares.
Sandra explica que las comunidades de los edificio 3 y 5 se han unido en busca de una respuesta que no llega para unos inmuebles que «son los primeros que se hicieron» y que sin embargo «van a ser los últimos en rehabilitarse, si es que llega el dinero», dice en alusión a la actuación de mejora que ha venido desarrollando el Ayuntamiento de la capital grancanaria en la Vega de San José. Una intervención que implica actuaciones de renovación de fachadas y cubiertas así como la impermeabilización y sustitución de bajantes en los bloques.
Pero los vecinos de esta parte de Palma de Mallorca se quejan de que esos trabajos de rehabilitación hayan comenzado «por los edificios más nuevos, los que estás al lado del Juzgado», unos inmuebles que datan de 1982.
Asimismo critican que la intervención prevista en su calle se haya iniciado por «otros bloques» y no por los suyos, que ellos entienden están mucho más deteriorados. «Una vez en la vida se pintaron, solo una vez, no han hecho más nada», recalca María del Pino Puche.
Ivette del Pozo también llama la atención sobre el deterioro que muestran los inmuebles y señala que en el suyo esto afecta incluso a los cimientos. «El edificio está muy mal por todos lados», indica.
Las representantes de los propietarios recuerdan que los vecinos no pueden hacer frente a las mejoras de los edificios. Señalan que hay muchos morosos pues la situación económica que atraviesan algunas familias no les permiten hacer frente al pago de la mensualidad de la comunidad. «En el bloque 5 deben 26.000 euros y el 3 unos 17.000», ponen a modo de ejemplo.
De ahí que se expongan su miedo por las grietas que hay en algunas zonas y la caída de cascotes que se ha vivido recientemente y obligó a vallar una parte del exterior del bloque 3. «Me da pánico que se caiga algo y sobre alguien», expone María del Pino Puche, que es testigo directo desde su casa de que «una esquina del bloque está toda rajada».
Otro aspecto que inquieta a los residentes es el estado que presentan algunas arquetas de la luz y en concreto el aljibe, porque han detectado presencia de ratas en la zona.
«Eso ahí dentro es Jurassic Park», añade Amparo Alemán, al señalar que esos roedores también se meten en el aljibe del edificio, con el problema de salubridad que eso implica.
«Mi hija vive en el bajo y entran por la puerta», expone Pilar Martín, incidiendo en el problema. «Pero las ratas han llegado al piso siete», recalca Sandra Alemán.
Además, añade que en su calidad de vicepresidenta quiso poner en conocimiento del Ayuntamiento este problema en un escrito que acompañó con fotos. «Pero me dijeron que eso era cosa de Emalsa», dice. Por eso pidió cita para presentar esa documentación y espera que le respondan.
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