Guayadeque reabrirá a medias

¿A cuántos se les habrá hecho la boca agua en este largo e interminable periodo de confinamiento al pensar en un vasito de vino abocado y un plato de carne de cochino frita o de ropa vieja servido en una cueva de Guayadeque? Por más fases que se desconfinen en la península o en otras islas de Canarias, no muchos sitios pueden presumir de contar con cinco restaurantes trogloditas a lo largo de un mismo barranco, el que se halla entre Agüimes e Ingenio. Ese privilegio es patrimonio de Gran Canaria y ahora vuelve a estar al alcance de la mano. Este destino gastronómico único reabre de forma inminente; a medias, pero al fin y al cabo, reabre.

De los cinco restaurantes que conforman esta singular oferta, este periódico ha podido confirmar que dos, Guayadeque y El Centro, los dos que están en Agüimes, abrirán desde el 25 de mayo y que de los otros tres, que están en Ingenio, donde acaba la carretera, La Era ya admite reservas por wasap para acudir a su terraza, y los otros dos, el Vega y el Tagoror, miran para algo más adelante. En el Vega piensan en septiembre, pero podrían adelantarlo si mejoran las condiciones, y el Tagoror se lo está planteando para entre junio o julio. Unos más que otros suelen ser destino de turistas, pero ahora dependerán en exclusiva de los clientes locales.

Casualmente los dos primeros restaurantes que uno se encuentra cuando se adentra en este espectacular cañón han coincidido en su fecha de vuelta. Son el restaurante Guayadeque y el de El Centro. Estos días ultiman los preparativos para recibir otra vez clientes dentro de semana y media, una vez las islas, si todo sale según lo previsto, entren en la fase 2. Será entonces cuando los locales de restauración podrán ofrecer servicio de mesa también en el interior, y no solo en las terrazas, como permiten en esta fase 1. Lo podrán hacer con un tercio del aforo, una separación de 2 metros entre las mesas y sin servicio de barra.

Kevin López, gerente del restaurante El Centro, acaba de colocar una mampara de separación en la barra de bar que sirve de recepción a quien acceden a su local. Piensa colocar otra en el otro mostrador interior, donde suele cobrar a los clientes. Apenas cuenta con 4 mesas en el exterior, de ahí que haya decidido esperarse a la siguiente fase. Cuenta con un aforo total de 150 personas, por lo que, en principio, a partir del lunes 25 de mayo podría atender a al menos 60, sumando el tercio de las plazas del interior más la mitad de las de la terraza. La casualidad quiso además que justo antes de que se declarara el estado de alarma culminase una reforma integral de la cocina, por lo que ahora podrá estrenarla. Y la disposición de su restaurante le reporta otra ventaja. Se ahorrará dinero en mamparas de separación. Este local las tiene de piedra porque en al menos una de sus dos grandes salas cada mesa de piedra se ubica en cuevas individuales en las que caben las 10 personas de máximo que permite la ley.

Metros más abajo, en el restaurante Guayadeque, su actual dueña, Rafaela López López, también ha previsto la reapertura para el 25 porque espera para entonces tener listas todos los requisitos que fija la normativa. «A mí lo que me preocupa es garantizar toda la seguridad que pueda, tanto para mis trabajadores como para mis clientes». Entre la terraza y los comedores tiene un aforo de 550 personas, aunque en la coyuntura actual solo podrá abrir una parte. Y ha podido aprovechar el cierre por el confinamiento para reformar y mejorar aún más el local, según detalla su propietaria. Estos días les quedaba colocar un pavimento nuevo, pero asegura que estarán puntuales en su nueva cita con los clientes. Rafaela hereda el testigo de su marido, José Santiago López López, fallecido en noviembre pasado. Tiene claro que la Covid-19 no puede dar al traste con más de 40 años de trayectoria, la que iniciaron Bartolomé López, de 95 años, y Gabriela Cazorla, ya fallecida.

Entre los condicionantes que han pesado para que estos restaurantes reabran o no ha estado su deseo de mantener al personal. Están acostumbrados a lidiar con afluencias masivas. Es un clásico el llenazo de todos estos locales los fines de semana. Kevin López, de El Centro, apunta que un buen domingo atienden en varios turnos a entre 350 y 400 personas. Esas cifras, por ahora, quedan lejos, pero la plantilla sigue siendo la misma. Hasta ahora han podido soportar estos dos meses de cierre forzoso porque el ERTE cubría esos gastos salariales, pero cuando reabran les será difícil. Su margen de negocio es muy justo. Son restaurantes con precios muy populares. Por eso en El Centro confían, por ejemplo, en poder levantar el ERTE parcialmente. Cuentan con 12 trabajadores y les gustaría de entrada habilitar una parte para al menos aguantar los primeros meses. «Al principio a lo mejor tendremos pérdidas, pero intentaremos resistir 3 o 4 meses, después confío en que esto despegue», apunta López. Por su parte, en el Guayadeque suelen disponer de 23 empleados, pero solo 11 son de plantilla. El resto son temporales. Espera empezar con el 60 o 70%. En cambio, Airam Vega, del restaurante Vega, situado al final del barranco, en Ingenio, no ve condiciones para abrir. Aún percibe demasiada incertidumbre y la normativa limita mucho. Además, advierte de que los veranos suelen ser más flojos en Guayadeque, porque el 90% de su clientela es local y ésta opta por la playa. Así las cosas, su previsión es esperar a después del verano. Tampoco abrirá por ahora el Tagoror, otro emblema de este barranco. Esperará a ver cómo evoluciona todo. Su idea, junio o julio.

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