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La Consejería de Obras Públicas del Cabildo de Gran Canaria ha contratado con la empresa Rabadán 17 SL la redacción proyecto de ensanche del puente de El Molino y la mejora de travesía de Miraflor, en Teror, por un presupuesto de 64.814 euros.
Situado en la carretera GC-21, a la altura del punto kilométrico 8+000, el puente de El Molino supone un estrechamiento de la principal vía de acceso a Teror por su anchura insuficiente (5 metros) para la circulación a la vez de dos vehículos en sentido contrario y la ausencia de acera para peatones.
El ensanchamiento de esta estructura de piedra, que por su antigüedad no se proyectó ni construyó bajo ninguna normativa similar a la que hoy se utiliza, podría implicar la modificación puntual del trazado de la carretera en sus proximidades, así como su rehabilitación previa.
A su vez la travesía de Miraflor, entre los puntos kilométricos 7+430 y 8+050 de la GC-21, presenta un nivel de conflictividad alto, con población y trafico medios, pero con graves problemas de transitabilidad por su configuración actual.
Además, este tramo no dispone de zonas de aparcamiento claramente señalizadas, presentando bordillos, aceras inexistentes, deterioradas o de ancho útil insuficiente y alumbrado defectuoso en algunas zonas, entre otras deficiencias.
En este caso el objetivo es urbanizar los márgenes de la travesía para dotarla de itinerarios peatonales que permitan la coexistencia con seguridad de los habitantes y del trafico y un aumento de la seguridad y comodidad del recorrido.
Además, se mejorarán las condiciones de conservación de la vía y se implantará la red de drenaje de aguas pluviales, actualmente inexistente.
El puente más antiguo que se conserva en la isla se construyó para salvar el paso del barranco de Teror, cuyas pendientes eran intransitables para las personas y los animales durante buena parte del año. Por eso el Consistorio acordó su creación el 7 de octubre de 1823.
Debido a sus carencias económicas, la construcción fue sufragada con fondos de la parroquia del Pino y el vecindario colaboró personalmente y prestando bestias de carga para transportar los materiales.
La obra comenzó en 1824, no acabó hasta 1828 y se justificó por motivos espirituales y materiales: permitiría el auxilio de los sacramentos al vecindario del otro lado del barranco, que los devotos hicieran sus romerías al santuario y el uso diario del agua de la Fuente Agria por personas enfermas.
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