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Rubén Bueno ensaya hasta 5 horas diarias en una habitación insonorizada en su propia casa. ARCADIO SUÁREZ

«Fui a un concierto con 5 años y me quedé hipnotizado con la batería»

El joven moganero Rubén Bueno acaba de ser seleccionado con la mejor nota de su promoción para entrar en el Liceo de Barcelona

Domingo, 1 de agosto 2021, 02:00

Nunca se sabe dónde se produce ese clic que a uno le puede cambiar la vida. Hay veces que ni llega. Pero a Rubén Bueno Guerra le pilló bien crío, y por casualidad, casi por circunstancias familiares. Su padre era y es el coordinador de Cultura del Ayuntamiento de Mogán y le acompañó con apenas cinco años a un concierto en la playa. «Ni me acuerdo del nombre del grupo», admite 13 años después. «Eso sí, estaba por allí y de repente me fijé en el batería; me quedé embelesado, como hipnotizado». Y pasó algo que debió ser determinante. «Cuando terminó se bajó del escenario y me regaló las baquetas». De aquel concierto, sin pretenderlo, en el que siendo un chiquillo se estrenó dándole golpes a una silla, prendió una pasión que marcó su infancia y adolescencia y que, tras años de sacrificios y mucho estudio, ha dado sus frutos. Rubén, ya con 18, acaba de entrar como primero de su promoción entre candidatos de toda España para formarse en batería en el prestigioso Liceo de Barcelona.

Este joven moganero aún bebe de las mieles de ese gran paso. Le vienen por delante 4 años de estudio intenso, de mucho esfuerzo, pero también de ilusiones. ¿Su sueño? Lo tiene claro. «Me gustaría vivir de la música, y en concreto, claro, de la batería, y tocar en diferentes grupos y viajar y pisar escenarios de todo el mundo». La meta es ambiciosa, pero sólida. Tiene bases para esa aspiración. Al fin y al cabo, quién le iba a decir a Rubén que llegaría a compartir aula con los mejores del país empezando como empezó, sin pretensiones, en las Escuelas Artísticas Municipales, en un pueblo chiquito en mitad del Atlántico.

Entró con 5 o 6 años, primero en iniciación a las artes, y recibiendo clases particulares de batería en casa. «La primera que tuve me la echaron los Reyes, tenía 6 o 7 años, me acuerdo perfectamente, era roja, y no era de juguete, estaba adaptada a mi edad, era junior, pero ya entonces era una batería acústica». Con todo y con eso, aún era muy chico. No tenía los años suficientes para empezar con ese instrumento en la formación pública. Ya después, más adelante, sí pudo especializarse dentro de la propia escuela.

Su primera batería le llegó un día de Reyes, pero no era de juguete; sus Majestades sabían que apuntaba maneras

«Pero te digo que para mí todavía era como un hobby, no tenía en mente dedicarme a eso, ni mucho menos ir a Barcelona». Eso vino con los años. Llegó incluso después de una pequeña fase de desconexión, entre los 12 y los 14 años. «No sé muy bien por qué, si me agobié o qué, que estuve un año y pico o dos sin recibir clases». Pero fue solo un paréntesis para coger impulso. A partir de los 14 ya decidió probar. Por qué no. Y lo primero que hizo fue investigar conservatorios y escuelas en los que poder hacer realidad su sueño. Sobre los 15 contactó con un profesor del Liceo y fue el que le animó a presentarse.

Se lanzó a la piscina y había agua, claro que la había, fruto de años de denodado esfuerzo y sacrificio. Pero no fue fácil. Para entrar a una escuela como la del Liceo hace falta bastante más que constancia. Exigen mucho talento. Rubén, como el resto de candidatos, tuvo que pasar dos pruebas presenciales, una primera teórica, de tres horas y media de duración, y luego una práctica, al día siguiente. De entrada le hacen leer una partitura y tocarla. Se llama lectura a primera vista. Después tuvo que tocar un tema genérico para todos, solo que a cada aspirante le pedían un arreglo diferente. Y por último, defendió un tema traído de casa. «Tienes que llevarte cuatro trabajados, y de esos cuatro, ellos te piden uno». Rubén tocó un estándar de jazz (este estilo es su preferido), 'Monk's dreams', pero no le hizo falta acabarlo. No llegó a la media hora tocando. No hizo falta más. Ya estaba dentro. Este joven moganero enfila el camino que eligió.

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