Las palabras nos llevan hoy hasta una orilla en el tiempo. Y lo hacen en volandas. Literalmente. Y comprenderán el porqué. El Centro Atlántico de ... Arte Moderno (CAAM) del Cabildo de Gran Canaria acaba de inaugurar la exposición 'Martín Chirino. Crónica del siglo'. La muestra escribe sus primeros renglones con el salitre de la playa de Las Canteras, cuando Martín Chirino contempló al viento jugar con la arena y la espuma. De ahí surgió el atrevimiento de hacer visible lo invisible. Fue un acto creativo de la imaginación humana reservado a los artistas llamados a ver más allá del horizonte. Gracias a su visión, nuestra mirada también es transportada a lugares que, de otro modo, jamás habríamos alcanzado.
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No es una inauguración cualquiera. A partir de ese momento, e incluso a puerta cerrada, el CAAM quedó felizmente expuesto a ser recorrido por el viento. Quedaron las salas al recaudo de las emblemáticas espirales que han pasado a formar parte de nuestro imaginario colectivo y que son una insignia artística de alcance internacional. Y hasta es posible que las criaturas aéreas del maestro alcen realmente el vuelo en la intimidad de la noche, cuando nadie observe, obteniendo así una visión general del asombroso mundo creativo del que forman parte.
La retrospectiva que el Cabildo, a través de su CAAM, dedica al escultor, en el centenario de su nacimiento, se enmarca en la labor del museo para difundir el legado de artistas fundamentales del arte contemporáneo en Canarias y, en este caso, también en el contexto nacional e internacional, territorios donde Chirino ocupa un lugar preeminente.
Esta exposición abarca cinco décadas de trayectoria y revela la coherencia de quien creó todo un universo mientras sus pies, junto a su memoria, seguían en la ribera oceánica original, en permanente contacto y diálogo con el Atlántico, la ancestral cultura canaria y los lazos africanistas y tricontinentales que enhebran la identidad del archipiélago.
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La propuesta expositiva plantea una revisión histórica de su trabajo a través de una selección de un total de 74 obras de distintos formatos, además de una parte de su archivo bibliográfico y documental. Incluye también una selección de sus dibujos, bocetos, collages y dos obras audiovisuales creadas expresamente para esta exhibición.
La retrospectiva permite a las personas que la visitan contemplar la vitalidad del trabajo de Chirino y la enorme coherencia de su imaginario creativo, desde un planteamiento museográfico cronológico que abarca todas las series escultóricas que creó a lo largo de su medio siglo de trayectoria profesional.
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Las piezas que conforman 'Crónica del siglo' proceden de un total de 25 colecciones privadas y de instituciones públicas españolas, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, el IVAM, el Museo Patio Herreriano, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, el Museo de Arte Contemporánea Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés o el TEA Tenerife Espacio de las Artes. Este hecho habla por sí mismo de la relevancia y admiración alcanzadas por la obra de Chirino.
Tengo que destacar que la exposición posee un carácter marcadamente didáctico, al incorporar en las distintas salas una selección de frases del artista alusivas a su obra o en textos de carteles explicativos que contextualizan su trabajo y su medio siglo de producción artística. Y este acento no es casual. Es un afán. Queremos mantener vivas las enseñanzas del autor y convertirlas en ejemplos de ciudadanía, de valentía artística, política y social. Estoy convencido de que esta exposición nos ayudará a forjar nuestros esfuerzos mientras contribuimos a situar su memoria en el lugar que merece, en lo más alto, donde vuelan inmóviles pero eternas, majestuosas e imparables, sus aeróvoros.
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La solidez y la autenticidad de la obra de Chirino son fruto de su genio, pero nos hablan también de la firme verdad de quien supo transformar en arte y proyecto vital los sonidos de su infancia, aquella orquesta de yunques y martillos en el astillero, y que también asumió como parte de sí mismo la luz de su isla, el alisio y las referencias simbólicas a su tierra y su tradición milenaria.
Sin embargo, resulta ingenuo pensar en él como un alquimista ensimismado al borde del Atlántico mientras respira el aire que se convierte en hierro tras pasar por su poderoso pulmón creativo. Siempre quiso mover la orilla, llevarla más allá de la línea del horizonte, como así consiguió gracias a su talento. Le impulsaba a ello su vocación cosmopolita, su vasta cultura y su admiración por el mundo clásico desde la modernidad, como bien nos ilustra el magnífico equipo que ha hecho posible esta exposición.
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Isla y horizonte. Raíz y cielo. Son algunos de los conceptos esenciales con los que Chirino forjó su trayectoria. Al mismo tiempo, nos hacen pensar en la esencia de lo que son y han sido Gran Canaria y Canarias a lo largo de su historia. Y, desde luego, su ejemplo como manera atlántica de estar en el mundo nos ha ayudado a fraguar algunas de las mejores manifestaciones de la moderna sociedad isleña.
La cultura canaria que compartimos tuvo en Martín un liderazgo relevante que ejerció desde aquel Manifiesto de El Hierro que expresó un grito de libertad y vanguardia justo cuando amanecíamos a la democracia y al autogobierno. Y hoy resuena con nueva energía para alumbrarnos un presente tan necesitado como entonces de valentía y compromiso.
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Su función como faro guio a una nueva generación de creadores y creadoras en los años setenta y alumbró rutas de compromiso político con las libertades y de lucha contra la dictadura. Esta herencia es una espiral que nos trae el aliento del Chirino comprometido, por supuesto también con la promoción de la cultura como vía para la mejora social en las Islas. Una clara muestra de esta implicación es el propio CAAM, del que fue fundador y primer director.
Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones de los comisarios de la muestra, profundos conocedores de la herencia que nos legó. Jesús María Castaño, además director de su Fundación, enfatiza que «la de Chirino es una obra poética, con ritmo y cierta musicalidad, que dota de alma a sus piezas. Él siempre reivindicó la elegancia y la belleza. Tuvo hambre de belleza y se mantuvo fiel a su compromiso con la historia».
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Fernando Castro Flórez apunta que «a través de sus obras penetramos en la experiencia radical de la modernidad, contemplamos una impresionante proyección espacial, con pliegues y repliegues de una hermosa modulación que torna ligero lo pesado, en una búsqueda del origen que mantiene abierta la esperanza». El mensaje, y la mera evocación de la esperanza en estos tiempos de incertidumbre y avance de las sombras, nos conforta e hincha nuestras velas de los vientos necesarios para resistir, evitar el naufragio y avanzar.
Deseo que esta exposición, en realidad toda la programación del centenario, nos haga llegar toda la pasión por la libertad y la creación que Chirino transmitió en toda su obra y en toda su vida. En tiempos de incertidumbre y de riesgos democráticos el arte de nuevo puede y debe ser fuente de resistencia y de esperanza.
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De la mano de Chirino conviven bajo un mismo techo nuestros sueños y nuestros orígenes. Y también lo hacen el instante y la eternidad. Por eso están abiertas de par en par las puertas y ventanas del museo, para que entren los vientos forjados del artista. Y precisamente por este mismo motivo no encuentro otra manera de cerrar este espacio compartido que invitarles desde aquí a disfrutar de esta agitadora y ensoñadora crónica del siglo.
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