
83 años endulzando la vida en Teror
Dulcería Benítez ·
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Dulcería Benítez ·
El negocio, abierto desde 1940, lo regenta desde hace tres años Abián Benítez, nieto del fundadorCriado entre truchas, pasteles de carne, petisús, palmeras o bizcochos, Abián Benítez mantiene a día de hoy una tradición que data del año 1940. Dulcería Benítez lleva 83 años endulzando Teror y desde hace tres años Abián ha cogido el testigo de su abuelo, José Benítez, y de su padre, Pepe Agustín, y su tío, Juan Carlos.
Él no llegó nunca a pensar que llevaría el negocio familiar. Ingeniero de profesión, este terorense del barrio de El Pino de 32 años de edad que siempre ha estado en el obrador metido, sobre todo en periodo navideño y en las fiestas de El Pino, valoró la oferta que su madre y su tía, que llevaban las riendas del negocio tras el fallecimiento de sus maridos, le efectuaron a la familia durante la pandemia. La intención era desprenderse del negocio y lanzaron el mensaje a la familia por si alguien quería recoger ese testigo, y ahí apareció Abián para dar un paso al frente.
«Estaba frustrado con el mercado laboral. Siempre le he tenido cariño a la cocina e incluso hice un curso en Sevilla y desde que tenía unos 13 años he estado en el obrador. Decidí que era el momento y me decidí», relata con orgullo mientras hace una pausa en la elaboración de productos. Abián Benítez pertenece a la tercera generación de un negocio que va muy ligado a Teror. «Es una responsabilidad continuar con la tradición familiar, pero estoy muy contento con la respuesta de la gente. Está claro que al principio estaba lleno de dudas, pero todo ha ido muy bien. Empecé con seis miembros en la plantilla y a día de hoy ya somos once», añade.
Abián ya ha aportado su toque personal. Al margen de la dulcería abrió al lado hace dos años una cafetería con la que completar la oferta a los clientes. En su abanico de productos ha añadido semifríos, bollería, etc. «He querido llegar también a un mercado joven y por eso he ido sacando poco a poco cositas nuevas. En redes sociales somos muy activos y mantenemos nuestros productos de siempre, con las recetas de siempre, junto a nuevas propuestas».
83 años de historia ligados a Teror. Dulcería Benítez es un clásico de la Villa Mariana y Abián lo tiene muy claro: «El otro día fui a dar una charla a la biblioteca municipal y dije que no tengo intención de irme nunca de Teror. No vislumbro Teror sin la dulcería, ni la dulcería sin Teror. Hay muchos negocios que se expanden, pero esa no será nunca nuestra intención», recalca.
Sobre las 6.30 horas arranca su jornada diaria. La producción depende de la demanda, «ya que todo es artesanal», recalca. Ahora se acerca la época navideña, por lo que los polvorones, el mazapán, pastelillos de gloria, los roscones de Reyes que desde el año pasado añadieron a su oferta, y los famosos pasteles de carne, con una receta que ya tiene más de 120 años de antigüedad, toman protagonismo. Dulcería Benítez abre sus puertas al público de 9.00 a 13.00 horas y de 17.00 a 21.00 horas de martes a viernes, de 9.00 a 13.30 horas y de 17.00 a 20.00 horas los sábados, y de 9.00 a 13.30 horas los domingos.
Con el complemento de la cafetería, al margen de la enorme variedad de dulces, el cliente puede degustar zumos naturales o tostadas veganas, y Abián ha dado un pasó más allá y ya se atreve con sus propios helados artesanos, que tanta aceptación han tenido. Lo artesanal vuelve a tener un valor añadido en la sociedad, algo que corrobora el propio Abián Benítez. «Aquí no hay trampa ni cartón. Trabajamos con buena materia prima, sin aditivos y eso se nota».
Este joven terorense ha iniciado desde hace tres años un nuevo proyecto de vida, manteniendo una tradición familiar que va muy ligada a la historia de su pueblo. Entrar en la dulcería es hacer un viaje en el tiempo. De las paredes cuelgan fotos antiguas con un enorme significado histórico y familiar, con algunos artilugios del obrador como si de una sala de exposición se tratase y con el mobiliario de madera de antaño que le da un toque aún más auténtico.
A los seis meses de abrir su nueva propuesta añadió una terraza en la calle Nueva. Siempre se ha dicho que el turista que acude a Teror o la mayoría de los visitantes solo acuden a la calle Real. Abián Benítez está muy contento con la clientela que tiene y gracias a las redes sociales acuden muchos turistas, «ya que Internet hace milagros», pero reconoce que si estuviese en la calle Real el volumen de venta sería mayor.
Abián Benítez mantiene muy viva la ilusión de toda una familia, que a base de un enorme esfuerzo y sacrificio han endulzado la vida de muchos terorenses y visitantes. La tercera generación pisa fuerte. Abián tiene una ilusión tremenda por seguir modernizando el negocio, pero teniendo muy claro el origen y esas recetas de antaño que le han dado un plus al negocio.
Envolviendo polvorones, atento al horneado y ultimando los pedidos de tartas que tiene dejamos a Abián con las manos en la masa. El proceso de los polvorones, al envolverlos y empaquetarlos a mano, refleja claramente lo artesanal del producto. Dulcería Benítez es sinónimo de pasión y tradición. El nieto del fundador continúa endulzando vidas y ahora combinando también lo dulce y lo salado con la apertura de la cafetería.
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