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El último anuncio del Cabildo del descubrimiento de más de 50 nuevos yacimientos en Amurga tenía casi nombre y apellidos. No lo fueron todos, pero una buena parte sí se debieron a la entrega, el compromiso y el esfuerzo de un grupo de entusiastas de la arqueología y del patrimonio en general, el colectivo Attidamana, que en sus frecuentes caminatas ha descubierto esos enclaves y ha dado parte a la institución.
Su mayor aportación estuvo en el hallazgo de decenas de grabados hasta ahora desconocidos. Pero la asociación está convencida de que hay más y pide un estudio más profundo que los localice, documente y proteja.
Solo en Amurga han sacado a la luz alrededor de 30 paneles de manifestaciones rupestres, fruto de más de 100 expediciones a ese abrupto territorio que separa los barrancos de Tirajana y Fataga. No son arqueólogos, pero el interés por los vestigios que quedan en la isla de los antiguos pobladores de Gran Canaria les ha llevado a educar la mirada y ya saben identificar qué y qué no puede formar parte del legado de los prehispánicos.
Uno de sus portavoces, que insiste en mantener el anonimato para poner el acento en el trabajo colectivo, subraya que entre los hallazgos figuran algunos grabados que podrían reproducir caracteres de una forma de escritura hasta ahora desconocida. «Haría falta un estudio, pero por lo que conocemos no se corresponden con inscripciones líbico-bereberes», señala.
Otra particularidad que advierte es que mientras que los grabados líbicos suelen aparecer en paredes o paneles verticales, estos de Amurga están hechos en piedras tumbadas, en posición horizontal.
Otros grabados se caracterizan por su fragilidad. No en vano, aparecieron en piedras sueltas. «Pueden ser restos de paneles con manifestaciones rupestres que en su momento se agrietaron y cayeron. Corren peligro y están fragmentados, puede que simplemente por la acción erosiva del sol o del paso del tiempo».
En ese sentido, sugieren también un estudio que permita discernir qué se puede hacer para su conservación. «Si se pueden recomponer los paneles, pegando las piezas, reconstruyéndolos y dejándolos en el lugar o si, por el contrario, al tratarse de piezas sueltas, conviene llevárselas a un museo».
Lo cierto es que Attidamana está convencida de que puede haber más vestigios aún desconocidos en Amurga, y no solo grabados, de ahí que proponga al Cabildo la posibilidad de que encargue un rastreo más profundo de ese macizo y su entorno. Entiende que es imprescindible que ese patrimonio se conozca para que al menos se sepa dónde está y se puedan arbitrar medidas de protección en caso de obras o actuaciones que puedan afectarlos.
Agradece al Cabildo el esfuerzo que está haciendo por fomentar la participación ciudadana, que en Attidamana también califican de vital. Para la asociación, esta nueva apuesta de la política insular en materia de patrimonio histórico ayuda a disipar la inercia de desconfianza que arrastraban ciudadanos y ciertos colectivos respecto al papel de ciertas instituciones.
Pero creen que se puede hacer aún más y que ellos pueden hacer más, por lo que plantean que a la hora de confeccionar los programas de acción anuales y el presupuesto, se tengan en cuenta sus propuestas. «Cuanto más se note que el Cabildo nos escucha, más se fomenta la participación».
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