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Existe el mito de que un alto porcentaje de personas que ganan la lotería acaban arruinadas a los pocos años, en ocasiones por decisiones equivocadas que les lleva a gastar o invertir el dinero sin conocimientos financieros. Incluso hay estudios que avalan que una mayoría acaba peor de como estaba antes de ser agraciado con la suerte. Sin embargo, hay otras que logran multiplicar el premio y les sirve de impulso para crear un grupo empresarial.
En ese segundo grupo está el matrimonio formado por Juan Pérez Bolaños y Cenci Rodríguez, que a los pocos años de casarse lograron un premio de la Lotería Nacional de los sábados gracias al número 47.069 comprado en una administración de Telde. Era un 11 de julio de 1981 y ese día, en parte, les cambió la vida al ganar 10 millones de las antiguas pesetas (poco más de 60.000 euros actuales).
Pero como la suerte por sí sola no basta para lograr el éxito, gracias a su visión empresarial y el esfuerzo constante durante varias décadas crearon el Grupo Pérez Bolaños, en la actualidad con ocho supermercados bajo el paraguas de Spar y a punto de abrir el noveno en Ingenio, que da trabajo a alrededor de 180 personas. Además, los hijos, Idaira y Airam, actualmente al frente de la empresa, han sido los adjudicatarios del restaurante La Barca de Arinaga, que abrieron semanas atrás en su apuesta por diversificar el negocio y entrar por primera vez en el sector de la restauración.
Juan Pérez Bolaños, ya jubilado y de familia humilde de comerciantes, reconoce que ya desde niño se le veía el espíritu emprendedor hasta con las estampas en el colegio, así que tras dejar los estudios siendo apenas un adolescente y antes de ir al cuartel se dedicó a varios sectores, entre ellos la agricultura y la construcción. De alguna manera empezó a encaminar su futuro cuando, tras acabar el servicio militar, empezó a vender de manera ambulante como autónomo por las tiendas del sur y el sureste, primero de golosinas junto a su padre, que fue arriero en Guía, y más tarde queques de La Calzada de Tafira.
Ya en ese entonces veía más allá de lo obvio y, a diferencia de otros repartidores, tuvo la brillante idea de entrar a vender su género en las cuarterías que proliferaban en el sur y el sureste. Así que si no conseguía despachar sus productos en sus puntos habituales, sabía que ahí siempre tenía un reclamo ante la dificultad de los habitantes de salir a comprar. Fue su secreto.
Además de trabajar sin descanso, también fue ahorrador, en parte porque entonces no había tantas tentaciones para gastar. Así que cuando se casaron en 1979 ya tenían su propia casa y Cenci, que era camarera en el sur, dejó su empleo y comenzó a acompañarle en sus recorridos.
Tras ganar la lotería invirtieron en apartamentos en el sur, con los que no obtuvieron muy buenos resultados, y en varios locales en la urbanización La Paz del Cruce del Arinaga, donde en uno de ellos montaron un bar, precisamente en el mismo lugar en el que aún siguen las oficinas del grupo. Posteriormente lo traspasaron y abrieron una tienda de dulces a pocos metros, ya en 1982. La tuvieron 10 años, hasta que decidieron no dar más 'fiado' al ver que la lista de deudores empezaba a crecer demasiado, así que terminaron abriendo un supermercado junto al grupo Unide en 1994. En esos años empezó a correr el rumor de que se iba a instalar un Lidl en la zona, que finalmente abrió a pocos metros, y supieron que no iban a tener futuro para competir con una multinacional. No les quedó otra que buscar una alternativa y ahí apareció Cencosu y Spar.
En 2005, ya con el aval de Spar, empezó el despegue, en la que ahora, visto a la distancia, reconocen que fue la decisión más acertada que pudieron tomar. Abrieron un supermercado en la playa de Arinaga, una verdadera «mina de oro», aseguran. La demanda les sobrepasó gracias a las buenas ofertas que tenían, hasta el punto de que sus hijos tuvieron que dejar la universidad para ayudarles.
Así, poco a poco fueron comprando más locales y en solo dos años tenían tres supermercados en diferentes puntos de Agüimes y siguieron hasta expandirse a Las Majoreras de Ingenio y también a Ojos de Garza, en Telde, y la plantilla comenzó a crecer. Ya con los comercios funcionando sus hijos pudieron terminar la carrera universitaria, así que Idaira culminó Derecho Laboral y Airam Administración y Dirección de Empresa. Con esta formación, la segunda generación cogió las riendas del grupo y él se jubiló en 2020, durante la pandemia, y ella el pasado año.
El matrimonio disfruta de su tiempo libre y ayuda a sus hijos en la toma de decisiones, ya que además de los supermercados y el restaurante, la empresa también ha invertido en viviendas, tanto en Gran Canaria como Lanzarote, y también en el sector turístico. Con el paso del tiempo tienen claro que haberse ganado la lotería les dio un gran empujón, porque les permitió seguir trabajando con una base más solida y una cierta tranquilidad, pero no sin un gran esfuerzo.
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