Padre e hija, con sus dos perros, pasean por Costa Calma, en el municipio de Pájara.Javier Melián / Acfi Press
«O trabajo, o cuido de mi padre enfermo»
Dependencia ·
Los familiares de los mayores dependientes esperan por infraestructuras sociosanitarias, sobre todo en el sur de Fuerteventura. Las cuidadoras, como esta mujer que está pendiente de su progenitor todo el día, sufren las consecuencias psicológicas de su tarea. Su padre es una de las 186 personas que AFFA atiende
En marzo de este año, cuando su padre fue operado y volvió del Hospital General de Fuerteventura más desorientado que nunca, a su hija se le planteó la disyuntiva: «O iba a trabajar, o cuidaba de mi padre». Y eligió vigilarle las dos o tres veces que se levanta durante la noche, prepararle la comida, compartir los juegos de memoria, llevarle a donde quiera que va, pasear a diario por la playa y el saladar de Costa Calma, en el municipio de Pájara, y en definitiva estar atenta todo el día a su padre. La única ayuda viene del Ayuntamiento del sur dos horas a la semana y otras dos por parte de la Asociación de Familiares de Personas con Alzheimer y otras demencias (AFFA), mientras que el centro de día para dependientes sólo existe aún en el papel y con fecha de inicio de obra en 2025.
El padre tiene ahora 82 años y hace cuatro, en 2020, le sobrevino el diagnóstico: demencia. Mente aparte, este hombre no tiene problemas de movimiento, con lo que su hija no puede dejarle solo e irse a trabajar, «sencillamente se echa a caminar y se pierde». Desde que en marzo de 2024 entró en quirófano para una operación de próstata, saliendo de su entorno habitual, «empeoró, no se ubicaba nada».
Salvo las dos horas a la semana de apoyo de Ayuntamiento de Pájara y las dos de AFFA, esta cuidadora no recibe más ayuda. Es más, hasta este verano se ocupaba de su hermana, que tiene un grado de dependencia 1. «Pero no puedo partirme en dos para cuidar a todos».
Mientras llega el centro de día de mayores dependientes de Costa Calma, para el que el Ayuntamiento de Pájara ya ha cedido el solar al Cabildo de Fuerteventura, el progenitor tiene el servicio más cercano en el centro de día de Puerto del Rosario. Aparte de lejos desde el sur, el transporte para trasladar a los mayores sólo funciona hasta Betancuria.
La solución de la residencia insular de mayores, también en Puerto del Rosario, queda lejos: el padre tiene el número 81 de la lista de espera que supera el centenar. La más cercana, la de Gran Tarajal, está en fase de licitación de la redacción del proyecto, adjudicación de la obra y dotación material.
Esta mujer ingresa los 400 euros de la Ley de Dependencia, «pero no da para nada, en el sentido de que el salario de un cuidador es unos 1.200 euros al mes, más 300 euros de la Seguridad Social, y yo no tengo ese dinero».
La ayuda de AFFA -para la que todos son elogios- la recibe esta mujer de 49 años desde apenas hace dos meses porque la asociación aún no había llegado hasta el municipio de Pájara con sus servicios. Es un apoyo que también recibe directamente ella misma. «Vivo con ansiedad e impotencia de no saber qué hacer con él todo el día y de comprobar la suya por no poder hacer lo que él quisiera por sí mismo. Estoy pendiente de mi padre 24-7, es decir las 24 horas del día durante los siete días de la semana».
Tampoco puede irse acogerse al programa de desahogo familiar que le permitiría irse de vacaciones, «para eso hace falta ser socio de un centro de día».
Del 24-7, lo peor que lleva es la noche. «Se levanta dos o tres veces y, si no lo pillo, se hace pis arriba. No duermes, siempre pendiente de sus movimiento».
El ritmo de vida de esta cuidadora la ha abocado a los ansiolíticos y antidepresivos. «Consigo descansar entre las 7.30 y las 9.30 horas de la mañana, cuando él se levanta, se viste, desayuna». El padre, con grado de dependencia 3, siempre fue un hombre activo y que trabajó «embarcado, de albañil, electricista, ha hecho de todo en su vida. Tengo la suerte de que aún me conoce y de que conserva la movilidad, lo único que tiene es su cabeza, lo que a veces es peor porque tengo que estar detrás de él todo el día: le llevo al médico si tengo que acompañar a mi hermana, al supermercado, a todos lados».
Su vida y la huella de ansiedad de su tarea de cuidadora son las de muchas otras personas más en Fuerteventura, en su mayoría mujeres. Por eso pide a los ayuntamientos, al Cabildo Insular y al Gobierno de Canarias que construyan y pongan en funcionamiento centros de día y residencias. «La labor de las asociaciones es imprescindible, pero la responsabilidad es de las instituciones públicas».
El padre es uno de los 186 usuarios y usuarias de AFFA en Fuerteventura, la mayoría de los cuales residen en el centro-norte de la isla. De hecho, es uno de los 31 socios y socias que atiende desde hace poco en los municipios de Tuineje y Pájara.
AFFA, que funciona desde 2019, cuenta con 22 trabajadoras que atienden a estas personas, desde psicólogas, trabajadoras sociales y logopedas, hasta gerocultoras y terapeutas ocupacionales. Entre sus objetivos desde su creación, la asociación vela por la atención especializada a personas que conviven con el deterioro cognitivo, el alzheimer y otras demencias, sin olvidarse de fomentar el bienestar psicosocial de las personas cuidadoras.
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