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Antoñito y su tarta de los 101 años, con su sobrino José Antonio Betancor, el alcalde y el primer teniente de alcalde, más vecinas. C7
«Mi tío Antoñito nunca trabajó para nadie»
Fuerteventura

«Mi tío Antoñito nunca trabajó para nadie»

Longevidad ·

El ganadero y agricultor de Vega de Río Palmas, en el municipio de Betancuria, cumple 101 años. Procede de una familia en la que los hermanos se cambiaban los nombres, el mismo se llama realmente Manuel. Es el mayor de entre los mayores de este municipio majorero

Catalina García

Puerto del Rosario

Martes, 18 de junio 2024, 13:57

Con su sombrero negro un poco ladeado y rodeado de familiares, Antoñito Umpiérrez Rodríguez sopló este 17 de junio las velas de su 101 cumpleaños. El Ayuntamiento de Betancuria se sumó a la celebración del vecino más longevo del municipio que no tuvo hijos, pero sí sobrinos, más de veinte que no faltaron a la fiesta.

Antoñito, que en realidad lo bautizaron Manuel, creció en Vega de Río Palmas en una familia de siete hermanos y hermanas donde eso de los nombres cambiados era habitual. «A lo mejor podía ser para, en tiempos de la guerra, despistar a la hora de llamar a filas», baraja José Antonio Betancor, sobrino político y cuidador de Antoñito.

Antoñito perteneció a una familia de siete hermanos y hermanas. C7

De aquellos cinco hermanos de nombres cambiados y dos hermanas, sólo vive Antoñito. Hace poco murió con 102 años Juan, al que llamaban Silvestre; y antes se fue Miguel, que sí conocían por el nombre que aparecía en el DNI, con 98 años. A Antonio, otro hermano, le decían Esteban.

El más mayor entre los mayores del municipio de Betancuria cumple 101 años «animoso» y, sobre todo, «completo de cabeza», da fe su sobrino. Hasta hace poco, iba con el transporte de Servicios Sociales del Ayuntamiento a comprar a Pájara o Antigua, pero ya sólo sale con José Antonio y casi siempre a comer a Ajuy.

La elección de esta localidad costera del municipio de Pájara no es casualidad. Agricultor y ganadero durante toda su vida, en verano se mudaban a Ajuy donde su suegra Josefita Ravelo regentaba la única tienda de aceite y vinagre. «El no iba a pescar, ni tampoco a mariscar. Su familia se llevaba el ganado para la costa (terreno del mancomún) y se dedicaban a quemar cal en el horno del barranco del Julagar».

Los veranos en Ajuy y el cuartel en Las Palmas de Gran Canaria y luego en Lanzarote son las de las pocas salidas de un hombre que nunca fue al colegio, tampoco se sacó el carnet de conducir. «Desde chico, empezó a cuidar cabras y a trabajar en la agricultura». Y así se quedó, de hecho «nunca trabajó para nadie».

Claro que eran otros tiempos, le oye el sobrino al tío. «Entonces, la agricultura daba, la ganadería daba». Durante la zafra tomatera, enviaba los tomates a las cooperativas de Pájara y Gran Tarajal, también sembraba cebada y trigo y hacía queso.

Antoñito vive en La Ladera, en la zona más cercana a la presa de las Peñitas, desde donde ve su lugar de nacimiento: La Banda, que está a un tiro de piedra de su casa. Tanto su padre como su madre eran de la misma Vega, donde se casó con Fidela Betancor.

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