Una de las camareras del restaurante de la cofradía de Gran Tarajal, en el municipio de Tuineje, con un plato de fritura de pescado.Javier Melián / Acfi Press
La fula, mejor a la espalda en el restaurante de la cofradía de Gran Tarajal
Pesca ·
En Gran Tarajal, en el sur de Fuerteventura, el pescado se descarga nada más entrar, se prepara en la pescadería y pasa al restaurante de la cofradía que tiene nuevos adjudicatarios: Yordan y Thomas
«Hoy me quedan bocinegros y samas para dos, morena, chopas, cabrillas y fulas grandes que pueden ser a la espalda»: la camarera del restaurante de la cofradía de pescadores de Gran Tarajal dice de corrido el pescado del día, que mañana será distinto porque tres barcos descargarán esta misma tarde. Desde hace un mes, Yordan y Thomas llevan las riendas del negocio donde el pescado fresco está asegurado y donde dan trabajo a doce personas.
Antes de llegar al plato, casi siempre en forma de fritura variada, el pescado entra y se descarga, se prepara en la pescadería, se pesa en el punto de primera venta y pasa al restaurante de la cofradía. Hoy, la mar está echada y los tres barcos que salieron a pescar de madrugada, en torno a las cinco de la mañana, llegarán más tarde.
«Quizás tarden una hora, quizás menos», no se atreve a precisar Antonio Zurita Hernández, 29 años trabajando en la cofradía del sur majorero. Coge el carrito, entra en el frío y saca una caja de fulas de hondo para pesarlas y añadirles hielo con la rapidez que le da la experiencia del trasiego con el pescado.
Los tres barcos que restan por descargar forman parte de la flota de 38 embarcaciones de Gran Tarajal, una de las tres cofradías de Fuerteventura junto a Morro Jable en el municipio de Pájara y Corralejo en La Oliva. «Desde hace años, se mantiene el mismo número de armadores, dos o tres arriba o abajo», comenta Lorenzo Brito Castro, patrón mayor.
Brito Castro, marinero desde los 14 años y el primer majorero presidente de la Federación Regional de Cofradías de Pescadores de Canarias, es menos preciso al hablar de los kilos que entran en Gran Tarajal al año. «Las cantidades son feas y fallan más que una pistola de pistones», ríe y se va detrás de Antonio y el carrito camino de las cámaras frigoríficas.
Eso sí, el pescado que se descarga y entra en las cámaras «se lo llevan todo». Una parte, para los nuevos adjudicatarios desde hace un mes del restaurante de la cofradía, Yordan Zhelyazkov Mandrov y Thomas Mateblowski, quienes insisten en posar con todo el personal del primer turno a la hora de las fotos. Otra parte de las capturas se venden a restaurantes y supermercados locales. «En uno o dos días como máximo, el genero ya está distribuido y vendido», zanja el patrón mayor.
Las capturas son casi cíclicas, como las mareas, en la cofradía de Gran Tarajal. En los primeros meses del año, entra el atún. En verano, los barcos salen a por los pescados de roca y de hondo. Los salmonetes son algo aparte, ya que pueden pescarse sólo de noviembre a mayo y a razón de doce nasas como máximo por barco, aunque sólo pueden echarlas y levarlas 27 embarcaciones.
En el restaurante de la cofradía, la camarera podrá incluir la próxima semana los salmonetes al enumerar el pescado del día. Mientras -y en lo que Yordan y Thomas hablan del nuevo cartel en letras azules de 65 centímetros por colocar- la comanda es una fritura para dos, una ración de morena y, sí, le hacen caso: fula a la espalda.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.