Marcos y Moni, con tres de sus platos estrella: el cachopo, la ensaladilla de sancocho con la forma de la isla y el queso asado.Javier Melián / Acfi Press
Casa Isaítas estrena dueños y cocina a fuego lento en Pájara
Turismo y gastronomía ·
Mónica y Marco reabren la casa rural del sur de Fuerteventura de siglo y medio de antigüedad. El hotel rural mantiene las cuatro habitaciones y el restaurante ofrece el mejor cachopo de Fuerteventura
«No es una casa cualquiera», confirman Moni y Marco, nuevos propietarios del hotel rural Casa Isaítas, en Pájara. Construida a mediados del siglo XIX, abandonada a finales del XX y reconstruida con esmero al principio del milenio como alojamiento rural y restaurante por Pilar Marañon, resulta difícil no sucumbir a su llamada de piedra, madera e historia.
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Marco Antonio del Castillo (Alemania, 1965) y Mónica Martínez Nigoya (Gijón, 1976) no se resistieron, muy al contrario. «Pilar nos enseñó la casa, sus terrazas, la cocina, las habitaciones, los balcones de madera. Salimos, nos miramos los dos y nos dijimos ¡sí! y hasta hoy».
Exterior del hotel rural y restaurante Casa Isaítas, con su balcón de madera. Abajo, el horno tradicional que el matrimonio asturiano ha restaurado para elaborar su propio pan.
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Casa Isaítas, tanto el hotelito de cuatro habitaciones dobles como el restaurante, requirió tres meses de obras para quitarle la pátina de un cierto deterioro por el desuso. «Restauramos el horno, con vistas a elaborar nuestro propio pan en el futuro, y vamos a arreglar una de las habitaciones del patio como comedor privado, pero nada más. Dime tú, qué le vas a cambiar a esta maravilla de casa».
Como antes, un muro divide la zona alojativa de la propiamente de restauración, preservando la tranquilidad de los huéspedes. Ejemplo de vivienda tradicional de Fuerteventura, toma su nombre uno de los últimos dueños: el matrimonio formado por Isaítas y Susana. Ella la heredó de tres hermanos que la criaron: su madrina y maestra de profesión, un zapatero y un molinero.
Ya en el siglo XXI, la historia del inmueble y sus habitantes la desgrana Moni mientras reparte la base de galleta para uno de sus postres más famosos: el polvazo. Su propia historia es otra bien distinta y no tiene eco de piedra vista y vigas de tea. Hace 25 años, el matrimonio asturiano llegó a la isla y eligió Costa Calma, también en el municipio de Pájara. Primero trabajaron en el supermercado Padilla durante doce años.
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Moni prepara los cachopos y el cachopo ya servido.
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Luego dieron el salto a su propio negocio con un chiringuito en la playa durante unos dos años, el PMP. De allí, y ya como Bar de Marco y Moni, pasaron al centro comercial Botánico, donde permanecieron otro par de años. Siempre con el mismo nombre, cambiaron al centro comercial Bahía Viento durante cuatro años.
Mientras, nacieron sus hijos Adrián y Yose, el último estudiante de cocina en el hotel escuela de Esquinzo, que también echan una mano en el negocio familiar. Mientras, se empezó a gestar la idea de un cambio: «tanto trabajar, sin tiempo para hablar con nadie y nosotros hemos crecido gracias a la gente, a nuestros clientes». Y se cruzó la oportunidad de Casa Isaítas, «que se seguirá así, cómo íbamos a cambiar el nombre. No éramos nadie para cambiar la historia de estas paredes. Sólo le vamos a añadir nuestras iniciales: MM».
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Zona de las habitaciones del hotel rural, separada por un muro y con patio propio.
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El 20 de febrero reabrieron el restaurante y el 2 de marzo, el hotelito. Moni cocina, Marco atiende en las mesas de las dos terrazas y comedor interior. «Yo no era cocinera. A los 35 años, me puse delante de los fogones y me empezaron a salir platos y recetas».
Y le salió comida casera porque «soy de comida casera, como cocinaba la abuela o las guisanderas de Asturias, a fuego lento y con productos de temporada«.
Entre su carta, no falta el cachopo y el polvito «un poco tuneado», los primeros que nombra. Los clientes también repiten por las albóndigas rellenas: de tomate y de manzana con salsa de queso y cebolla caramelizada.
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«Voy preparando lo que me apetece ese día, por eso me gusta lo que hago», y siguen pelando las manzanas para las albóndigas. Eso sí, sin usar productos congelados, ni máquinas, todo a mano como la masa de las croquetas que, «cotilla, no te voy a contar mi secreto». Y ríe.
El cachopo, la ensaladilla de sancocho en forma e isla y el queso asado; abajo, la terraza interior.
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El restaurante abre de miércoles a domingo, de 12.00 a 22.00 horas, y en el centro de Pájara. Marcos y Moni no se olvidan del entorno, de la localidad de Pájara: «una maravilla vivir aquí. Si alguien quiere descansar y ser feliz, que venga a Pájara«. Acaba de rellenar los 30 polvazos en sus tarrinas mientras reitera que sí, qué paz hay en Pájara.
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Hace un alto y le da agua al gato. Entonces recuerda uno de su platos estrella: ensaladilla de sancocho con papas y pescado salado, «invento mío y se sirve en frío y adornado con la forma de la isla de Fuerteventura».
Para no errar en la edad de tan vetustas paredes, Moni baja el fuego de las croquetas, y acompaña al exterior para, en una de las esquinas de la terraza exterior, señalar: «Mira para arriba, en aquella piedra blanca: 1859. Y te dejo, que se me tuesta la harina de las croquetas y se me echa a perder la masa». Hoy, de jamón.
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Otra vista de la casa rural y más ensaladilla de sancocho, que es invención de Moni.
Javier Melián / Acfi Press
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