Las islas son los oasis de los océanos. Un espacio casi onírico donde los viajeros encuentran abrigo ante los embates del gigante azul. Las Islas ... Canarias son, desde las primeras crónicas de la Antigüedad, un vergel, el jardín de las Hespérides. Su ubicación geográfica convierte a nuestra tierra en un enclave privilegiado. Canarias ha sido testigo de los acontecimientos más definitorios de la Historia, lugar donde se unen tres continentes, que le dan su impronta abierta al mundo y preñada de matices.
Fruto de esas circunstancias, los canarios somos de otra pasta. Una mezcla de influencias y de cicatrices que ha dejado el paso del tiempo, tanto en nuestro carácter como en nuestro sustrato volcánico.
La sociedad canaria, al principio eminentemente agrícola y actualmente volcada en el sector servicios, ha salido adelante con tesón, siempre con ese espíritu de superación inquebrantable, sin resignarse, pese a las enormes dificultades a las que se ha enfrentado. El último ejemplo de esa personalidad especial fue su intachable comportamiento durante la pandemia.
Pero hoy, que celebramos el Día de Canarias, es necesario poner sobre la mesa la necesidad de proteger nuestro oasis atlántico. Nos lo pide la ciudadanía, que el pasado 20 de abril salió a la calle a demandar un nuevo modelo para las generaciones venideras. Un modelo que respete nuestro frágil territorio, al tiempo que garantice el empleo, el acceso a la vivienda y la calidad de los servicios básicos. En definitiva, una Canarias para los canarios y canarias.
Nuestro deber, como representantes públicos, es escuchar a la ciudadanía, ponerla en el centro. Las palabras no bastan. Los compromisos hay que cumplirlos, y si no se cumplen, hay que explicar las razones. Lo contrario es abonar el terreno para esa desafección hacia la política que, históricamente, ha hecho sucumbir a las sociedades en el totalitarismo o el populismo.
Por ello, es necesario actuar y continuar con la senda que iniciamos con el anterior Gobierno, en el Pacto de las Flores, cuando tomamos medidas que favorecieron, por ejemplo, los mejores datos de Dependencia desde que se aprobó la Ley o cifras récord de empleo. Pero también, medidas ambientales como la aprobación de la Ley de Cambio Climático o la apuesta por las energías renovables y la Agenda 2030, en aquel histórico Pacto de los Jameos.
Debemos respeto y coherencia a la ciudadanía. Hay asuntos como La Palma, el desarrollo sostenible, la bajada de impuestos, la gestión de la Sanidad o la Educación de 0 a 3 años que fueron ariete de la oposición durante la anterior legislatura. Ahora, silencio atronador sobre estos asuntos en el actual Ejecutivo. Son silencios muy elocuentes, que dejan claro dónde están los intereses y dónde la propaganda.
Pero hay que mirar hacia delante. Igual que se puso en marcha el Plan Reactiva para salir de la crisis, con la participación de todos los agentes sociales y económicos, haciendo gala de esa manera de ser canario que es tender la mano y buscar acuerdos, se debe ahora reactivar la confianza de la ciudadanía. Es urgente firmar con ella un nuevo contrato social, ambiental y económico, un objetivo en el que todos debemos poner de nuestra parte.
El reto es de proporciones mayúsculas: se trata de lograr el delicado equilibrio entre el desarrollo económico, la protección del medio ambiente y la justicia social. Pero hay que arremangarse y ponerse a trabajar. Marcar una hoja de ruta y ejecutar medidas útiles. Medidas que solucionen el problema de la vivienda, medidas para la redistribución de la riqueza, medidas que protejan nuestro territorio como la tasa turística, medidas como la diversificación real de la economía en sectores como el medio ambiente, las nuevas tecnologías o los cuidados, medidas para fortalecer el Estado del Bienestar. Medidas, en definitiva, para que nadie se quede atrás.
Más, ahora, cuando existen amenazas que hacen peligrar ese avance, que provienen de aquellos que pretenden torpedean la ampliación de libertades que significa vivir en democracia. Son aquellos que niegan el cambio climático, que lanzan proclamas racistas, que aseguran que no existe la violencia de género, que no creen en la España de las autonomías o que rechazan la recuperación de la Memoria y le hurtan la reparación a las víctimas y la verdad a los jóvenes. Son los mismos que utilizan los bulos como mascarón de proa para alcanzar sus fines. Los que convertirían Canarias en una cárcel para personas migrantes, si no frenamos su ascenso en las Elecciones Europeas del 9 de junio.
Pero ante la ultraderecha y sus cómplices, más derechos y más democracia.
Decía Pedro García Cabrera que «la imagen primera del hombre se modela en su paisaje nativo y a ella reduce las percepciones y las impresiones». Una gran verdad. El paisaje canario marca a fuego el carácter. Cuidemos para nuestra gente esta tierra bendecida por la naturaleza, protejamos para siempre este oasis en el Atlántico.
Feliz día de Canarias.
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