«La susceptibilidad frente al virus puede ser mayor en Canarias»

La catedrática de Microbiología María del Mar Tavío estima que como la incidencia del Covid-19 ha sido menor que en el resto de España, la inmunidad frente a la enfermedad será también inferior. La experta aboga por prevenir un repunte

Carmen Delia Aranda, / Las Palmas de Gran Canaria y C.D. Aranda / Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 17 de julio 2020, 03:47

Por fortuna, la incidencia de la epidemia en Canarias ha sido inferior a la registrada en el resto de España. Esta circunstancia positiva puede ser un elemento negativo a la hora de afrontar lo que se denomina la nueva normalidad.

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«El nivel de inmunidad de los canarios no se sabrá hasta que finalicen el estudio de seroprevalencia que se está haciendo a nivel estatal con una muestra proporcional de la población de las diferentes regiones, pero dado que el número de casos de Covid-19 que hemos tenido parece haber sido menor, el número de personas susceptibles al virus será mayor en la misma proporción», explica la catedrática de Microbiología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, María del Mar Tavío.

No obstante, la experta opina que la inmunidad desarrollada por los canarios al virus durante la epidemia se podrá calibrar con el estudio de seroprevalencia. «Los resultados nos van a dar una idea más clara de cuál podría ser porcentaje de personas que han estado en contacto con el virus dentro del conjunto de la población y también identificar excepciones, como las poblaciones que tengan una gran proporción población joven con un mayor número de casos que hayan contactado con el virus manifestando una sintomatología leve o incluso de forma asintomática», dice la profesora del departamento de Ciencias Clínicas.

Tavío comenta que aún se desconoce con exactitud la inmunidad que se produce en las personas que ya se han expuesto al SARS-CoV-2, sin embargo sí que se conoce la respuesta inmunológica ante otros virus muy similares, en incluso por los estudios realizados con el plasma de personas infectadas de Covid-19 cuyo suero era capaz de inhibir in vitro la replicación del virus.

«La inmunidad efectiva no lo vamos a saber a corto plazo pero, además de lo que se sabe por estos ensayos, conocemos inmunidad de virus similares. El más parecido es el SARS-CoV, el betacoronavirus que causó una epidemia entre 2002 y 2003 y cuya inmunidad por los anticuerpos tiene una duración mínima de dos años. Si es tan parecido estructural y genéticamente, la inmunidad que puede conferir puede ser parecida. Habrá que esperar más para saberlo», añade la científica. «Otros betacoronavirus, como los que producen el resfriado común, generarían una inmunidad estimada de alrededor de 40 semanas, unos 10 meses», subraya Tavío.

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La científica recalca que el estudio de seroprevalencia que se está llevando a cabo ofrecerá «datos importantes para tomar decisiones respecto a cómo realizar una desescalada correcta» y que, más allá de la mayor o menor inmunidad de la población, aplicar las medidas para prevenir el contagio será fundamental para evitar un repunte. «Mantener la distancia interpersonal, evitar aglomeraciones, el uso de mascarillas y la higiene personal, familiar y en el ámbito del trabajo» se deberá practicar hasta que haya «una adecuada quimioprofilaxis y una vacuna», apunta Tavío.

Por fortuna, la incidencia de la epidemia en Canarias ha sido inferior a la registrada en el resto de España. Esta circunstancia positiva puede ser un elemento negativo a la hora de afrontar lo que se denomina la nueva normalidad.

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«El nivel de inmunidad de los canarios no se sabrá hasta que finalicen el estudio de seroprevalencia que se está haciendo a nivel estatal con una muestra proporcional de la población de las diferentes regiones, pero dado que el número de casos de Covid-19 que hemos tenido parece haber sido menor, el número de personas susceptibles al virus será mayor en la misma proporción», explica la catedrática de Microbiología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, María del Mar Tavío.

No obstante, la experta opina que la inmunidad desarrollada por los canarios al virus durante la epidemia se podrá calibrar con el estudio de seroprevalencia. «Los resultados nos van a dar una idea más clara de cuál podría ser porcentaje de personas que han estado en contacto con el virus dentro del conjunto de la población y también identificar excepciones, como las poblaciones que tengan una gran proporción población joven con un mayor número de casos que hayan contactado con el virus manifestando una sintomatología leve o incluso de forma asintomática», dice la profesora del departamento de Ciencias Clínicas.

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Tavío comenta que aún se desconoce con exactitud la inmunidad que se produce en las personas que ya se han expuesto al SARS-CoV-2, sin embargo sí que se conoce la respuesta inmunológica ante otros virus muy similares, en incluso por los estudios realizados con el plasma de personas infectadas de Covid-19 cuyo suero era capaz de inhibir in vitro la replicación del virus.

«La inmunidad efectiva no lo vamos a saber a corto plazo pero, además de lo que se sabe por estos ensayos, conocemos inmunidad de virus similares. El más parecido es el SARS-CoV, el betacoronavirus que causó una epidemia entre 2002 y 2003 y cuya inmunidad por los anticuerpos tiene una duración mínima de dos años. Si es tan parecido estructural y genéticamente, la inmunidad que puede conferir puede ser parecida. Habrá que esperar más para saberlo», añade la científica. «Otros betacoronavirus, como los que producen el resfriado común, generarían una inmunidad estimada de alrededor de 40 semanas, unos 10 meses», subraya Tavío.

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La científica recalca que el estudio de seroprevalencia que se está llevando a cabo ofrecerá «datos importantes para tomar decisiones respecto a cómo realizar una desescalada correcta» y que, más allá de la mayor o menor inmunidad de la población, aplicar las medidas para prevenir el contagio será fundamental para evitar un repunte. «Mantener la distancia interpersonal, evitar aglomeraciones, el uso de mascarillas y la higiene personal, familiar y en el ámbito del trabajo» se deberá practicar hasta que haya «una adecuada quimioprofilaxis y una vacuna», apunta Tavío.

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