— ¿Por qué ha decidido volver a la primera línea política?
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— Porque estamos en un momento de riesgo para el nivel de democracia que habíamos alcanzado por la deriva autoritaria de las derechas y sus tres franquicias. Me tendieron una trampa a la que he conseguido dar la vuelta, y la gente se merece celebrar que por poderoso que sea el adversario y sucios que sean sus métodos sí se puede.
— ¿Su caso es el mejor ejemplo posible de lo que se denominan ‘cloacas del Estado?
— Es la utilización del dinero y los cargos públicos en contra de rivales políticos. Y eso no es un ataque a Podemos o a determinadas personas, es un ataque a la democracia. Impedir que personas que fueron votadas por muchas personas lleguen al Gobierno por publicar e inventar mentiras que calan en la opinión pública y son difíciles de destruir.
— ¿Han sido poco amplificados escándalos como el que usted vivió o la ‘policía patriótica’?
— Es que hay políticos que se autodenominan hombres del Estado que cuando aparece un escándalo que atenta contra la democracia demuestran que son solo hombres de partido. Su falta de altura política, porque tenían que haber reaccionado de una manera mucho más contundente contra algo que nos desestabiliza tanto en altos mandos policiales o en el caso de Canarias con un ministro y un juez.
— ¿Qué motivaciones políticas inspiran su regreso?
— Que con el dinero que se comen las cloacas se puede financiar la salud pública, la sanidad, la educación, la dependencia, la igualdad o luchar contra la violencia de género. El sistema es el que enuncia la Constitución. Unidas Podemos la defiende, los antisistema son los machistas, los racistas o los xenófobos.
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— ¿Ha cambiado Podemos en este tránsito en el que ha estado lejos del partido?
— No en las ideas. Sí en las cicatrices. Algunas son caídas propias que hay que reconocer, y otras producto de zancadillas de una mafia que todavía estamos pagando en imagen pública de una manera injusta. Que además se está afrontando con dignidad porque los enemigos han sido muy poderosos. Solo hay que ver la diferencia de trato entre actuaciones del algunos políticos que son mucho más graves que las críticas a dirigentes de Podemos, en algunos casos para potenciar algunos egos y diferencias que eran muy evidentes. Comparar la casa que han comprado honradamente con su hipoteca Pablo e Irene con las viviendas escondidas en empresas falsas de Ciudadanos, el PP y el PSOE.
— Victoria Rosell y el mundo judicial siempre irán de la mano, ¿qué necesita la justicia para recuperar la confianza del ciudadano?
— Necesita más medios y más organizados. Que sea un auténtico servicio público y apostar ya por un buen trato a las personas. Eso es una cuestión de voluntad política, para la que se requieren medios como la Sala Gesell para menores, unidades de valoración integral de violencia de género y las oficinas de víctimas. La falta de confianza es una sensación injusta porque afecta más a la cúpula judicial, que es muy desigual porque solo está formada por hombres. Y es verdad que la gente tiene una percepción razonable de que prosperas más por amiguísimos y enchufes que por mérito o capacidad. Pero hay que ser justos y al final sentencias como la de las hipotecas o la frustración de la renovación del Consejo General del Poder Judicial hay que atribuirlas a sus responsables, los que querían hacerlo desde detrás. Sería injusto extender esta sospecha a los jueces y juezas de base, salvo alguna excepción como Alba, son independientes y trabajan duro por la justicia. Es más, el caso Alba muestra que somos capaces de reaccionar, aunque con mucho trabajo, ante los pocos casos de corrupción judicial.
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— En tiempos en los que la palabra feminismo está en todas las bocas sigue demandando una igualdad más real...
— Hay gente que solo habla de feminismo en campaña electoral. Y gente que trabaja por el feminismo todos los días, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y esto no supone hacer una ley sobre feminismo, sino que cada una de las leyes y las medidas de cada institución tenga en cuenta su impacto sobre las mujeres. Y tratar de compensar la desigualdad de base. Y esto hay que hacerlo en leyes sobre impuestos, sobre sanidad o incluso en planes urbanísticos. El feminismo tiene que impregnar todas las políticas.
— ¿Considera este escenario electoral como esa lucha de bloques y defensa de derechos’
— Completamente. Tener que oír que algunas fuerzas políticas proponen y otras apoyan de forma irresponsable el retroceso en derechos sexuales, en el reparto de competencias entre autonomías, en lucha contra la violencia de género; ir hacia atrás en derechos humanos, incluso en los de las personas migrantes, es algo que no pensábamos que estuviera en peligro. No son derechos regalados sino productos de nuestras luchas y están en peligro por las fuerzas políticas franquistas.
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