La crónica parlamentaria del primero de abril de 1993, tiempos en los que el análisis se digería el día después, contaba cómo en la puerta del Parlamento y en la santacucera plaza de los Patos Manuel Hermoso era recibido por centenares de banderas blanquiazules que celebraban la moción de censura de la recién nacida Coalición Canaria a Jerónimo Saavedra y la instauración de un régimen político que a algunos les ha parecido infinito antes de su caída 26 años después.
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Desde aquella caliente sesión plenaria, en la que la leyenda cuenta que dos diputados del PIL fueron llevados a golpes desde Madrid, y quedó la sombra de la legitimidad del voto clave de Dimas Martín, que había sido condenado por el Tribunal Supremo a dos meses de arresto mayor e inhabilitación de cargo público para seis años por un delito de cohecho, hasta los tiempos en los que las urnas y el caso Grúas han dinamitado un sistema político propio y casi sin igual en el resto del Estado.
En el último cuarto de siglo Coalición Canaria ha gobernado el archipiélago con aquello que algunos llamaron «nacionalismo pragmático». Con apoyos a la derecha y a la izquierda, porque sus minorías parlamentarias siempre fueron sujetadas por el Partido Popular o PSOE, según fuera necesario para sus intereses.
Cinco presidentes, cuatro de Tenerife y uno de Gran Canaria, han ostentado un poder al que no renunciaron casi hasta el último segundo. Coalición no gana unas elecciones desde que Adán Martín se impusiera en las urnas en 2003. Antes que él, Hermoso –líder plenipotenciario de ATI– y Román Rodríguez se impusieron en las urnas bajo sus siglas. Después, Paulino Rivero –en dos ocasiones– y Fernando Clavijo fueron terceros en votos, pero pudieron gobernar gracias al auxilio de los partidos estatales.
CC nace con la moción de censura de 1993 y concurre en las urnas pero domina el espectro político desde un lustro antes. Bajo las siglas de las Agrupaciones de Independientes de Canarias (AIC) se fue conformando el espacio de poder en la Cámara regional que se tradujo luego en una amalgama de siglas agrupadas bajo la heráldica del poder. Restos del tardofranquismo tinerfeño como el propio Hermoso o Luis Mardones acabaron compartiendo cama y mantel con comunistas históricos de Las Palmas, como José Carlos Mauricio. Todo eso fecundado por un marasmo de insularismos que al sol que más calienta ahora amenazan, como en el caso de El Hierro, con desintegrarse de la célula madre y recuperar su vida independiente.
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Y es que con la caída de feudos históricos como Santa Cruz de Tenerife o La Laguna, y el duro varapalo de no poder mantener más el Gobierno regional, Coalición Canaria y su numeroso aparato administrativo podría estar en vías de extinción como artefacto político.
Quedan atrás 26 años en los que CC ha estado en el ojo del huracán, desde batallas como las de Tindaya o Tebeto hasta las recientes escuchas que implican a históricos como Suárez Trenor o Castro Cordobés en el cobró de comisiones ilegales de OHL. Una sombra oscura que no se difuminó antes por la falta de voluntad en los partidos que han sido oposición en los últimos 26 años.
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Y a medio camino, la ruptura del nacionalismo. El final de la alternancia que hizo que Román Rodríguez y sus leales se escindieran y formaran Nueva Canarias, en una batalla de la que se acaba de cobrar venganza.
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