Cincuenta días después de que se levantara destronado en Andalucía, el Partido Socialista sigue todavía en estado catatónico. La intervención de Pedro Sánchez dejó tan impávida a su parroquia que ni siquiera logró estamparles en la frente la directriz más importante para la campaña electoral que se avecina; a espabilarse que se nos viene encima la derechona.
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Sánchez, como dicen algunas crónicas, carece del verbo seductor que tenía Felipe González y acerado como el de Alfonso Guerra, cuando ellos también arengaron a sus acólitos para el mismo fin. Tampoco llegó precedido de un vídeo electoral como aquel que ha pasado a la historia como el del doberman. Pero aquella «España en Negativo» que los socialistas de 1996 atribuyeron a la derecha que lideraba José María Aznar, confrontada con la «España en Positivo» con la que se identificaron, sigue igual de viva que entonces.
Sin embargo, el mismo Guerra, muchos años después, previno sobre el peligro que entraña basar el programa socialista en el «odio a la derecha» «por mucho que la derecha haga méritos para odiarla», añadió. Y abogó por orientar el discurso de los suyos hacia la «mayoría social».
Sánchez ha recogido parte del consejo. Identificó los 140 años de historia del Partido Socialista con la «conquista de derechos y libertades, de la «democracia en nuestro país», aseguró que «donde haya presidentes y alcaldes socialistas, habrá gobiernos feministas» y vendió sus presupuestos resaltando por encima de todo el incremento del salario mínimo interprofesional, «la mayor subida desde los años 70»; también la exigencia más conocida que le puso Podemos para firmar el acuerdo.
Pero en una «campaña en la que nos jugamos mucho», como advirtió el secretario general, todo lo que sume, puede ser utilizado a su favor; «no nos basta con ser la primera fuerza política en las próximas elecciones -advirtió-; tenemos que garantizar una victoria rotunda que nos permita gobernar contra tres derechas» que no están únicamente fuera del PSOE. Los doberman más fieros están dentro de su partido, porque quien más se juega en la cita de mayo es precisamente, la figura que ha creado el propio Pedro Sánchez.
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