Qué poder pesa más en Madrid, el de CC o el del PP de Canarias? La pregunta es la clave de bóveda de la negociación entre ambos partidos para la gobernabilidad de Canarias. El poder en esta legislatura va por días, quizás por horas. Hace quince días el voto de CC ante Rajoy estaba amenazado por el acuerdo con el PSOE de Susana Díaz, lo que suponía mayor peso del PP en Canarias a la hora de exigir condiciones para la entrada en el Gobierno. Hoy, después de la victoria de Pedro Sánchez, cualquier acuerdo con el PSOE ha quedado aniquilado, y el peso del voto de Ana Oramas en el Congreso ha experimentado una revalorización, eso sí, matizada, entre otras cosas porque el de Nueva Canarias también ha adquirido mucho peso y el papel de Asier Antona en Génova y en Moncloa es cada vez más relevante.

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En plata. Si en diciembre pasado CC, presa del pánico de la inestabilidad, tenía prisas por apalancar un pacto con el PP de Canarias, hoy, cinco meses después, está relajado y se permite iniciar las negociaciones relegando al PP a una posición secundaria, incluso obligarlo al apoyo silente desde el Parlamento, o en todo caso, a que entre en el Gobierno de comparsa a gestionar áreas menores. En plata. Hoy el PP de Canarias tiene menos capacidad de influencia sobre los nacionalistas para negociar, salvo que esgriman, como ya lo han hecho, la posibilidad de una tercera vía que no contempla en su análisis público CC, la de quedarse en la oposición y tratar de buscar alternativas, que, evidentemente no son de Gobierno, pero sí de legislatura. Génova no va a obligar a Antona a entrar en el Gobierno de comparsa, y tampoco pondrá obstáculos a las «escaramuzas» parlamentarias, tipo retrasar los presupuestos, poner trabas a la Ley del Suelo, negociar con el PSOE, NC, y Podemos, los puestos de los órganos de control del Parlamento, la reforma del sistema electoral, del Estatuto en Madrid y algunas otras cuestiones del día a día parlamentario. El PP no podrá asfixiar a CC, pero sí hacerle la vida más difícil en el Parlamento, ante la opinión pública así como condicionar su crecimiento electoral en el futuro. Lo que ofrece Antona es una legislatura estable dentro del Gobierno o dos años de escaramuzas e inestabilidad en los que se aprovechará la coyuntura para cambiar algunas reglas del juego en las que CC siempre ha ganado. Lo que no parece ofrecer el PP es lo que quiere CC, un apoyo cerrado desde el Parlamento y la renuncia a ser primera fuerza política en las elecciones de 2019. Lo que sí ofrece es un pacto respetable, la estabilidad política o la guerra el resto de la legislatura.

En este tira y afloja en el que se convertirá la negociación, si pasa el primer control, Coalición Canaria hará lo de siempre, llamar a Madrid para que ponga firme a Antona en Canarias. De hecho ya se han producido algunas llamadas a Génova con resultado negativo. La cúpula del PP, incluido Mariano Rajoy, con el que Asier Antona se entrevistó el pasado lunes en Moncloa, ha dado libertad a Canarias para que firme el pacto que mejor convenga al partido, o para que se quede en la oposición. La posición política de Antona en su partido no es despreciable. Ha adquirido relevancia política en el seno del PP después de gestionar el partido en la era post-Soria con muy buenos resultados y ganar por mayoría aplastante la presidencia de la organización en una primarias. A ello hay que añadir la buena relación personal del presidente del PP de Canarias con algunos miembros de la cúpula del PP y sus sacrificios en Canarias para garantizar la gobernabilidad en Madrid.

Esta pugna de poder será la que marque las negociaciones que el viernes abrió Asier Antona con mensajes de WhatsApp y sendas llamadas al secretario general de CC, José Miguel Barragán y al presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, que es lo que ahora mismo hay a nivel oficial. Eso sí, cada uno de los actores del pacto han intensificado sus declaraciones y filtraciones, dirigidas a dejar claras sus posiciones de poder. Frente a las expectativas del PP los nacionalistas tratan de rebajar sus aspiraciones con una negociación que pone sobre la mesa lo más cómodo para CC, un apoyo del PP desde el Parlamento sin entrar en el Gobierno. Una opción defendida por el ala más progresista de CC, que no ve con buenos ojos el pacto con los populares, y por una mayoría de dirigentes del partido que verían mermada su presencia en el Ejecutivo si hay que repartirlo.

Es más que evidente que esta es una salida que no encaja en las aspiraciones de los populares, quienes han trazado líneas rojas. No irán de comparsa y no quieren ocupar los huecos que dejó el PSOE en el Gobierno. Amenazan con la mejor arma que tienen, seguir en la oposición en una guerra de guerrillas que irá de menos a más y de más a menos según para donde gire la veleta de los tiempos políticos, pero con la clara intención de hacérselo pasar mal a Clavijo. Para el PP entrar en el Gobierno y hacerlo con poder real es un objetivo estratégico para situarse bien de cara a las próximas elecciones de mayo de 2019. Una vía que consideran, mucho más rentable, pero tampoco desprecian mantener una guerra con CC desde el Parlamento. Aunque a decir de algunos dirigentes del PP «no estamos como locos por entrar en el Gobierno», conscientes de que la política de oposición también puede ser rentable electoralmente. Si CC negocia desde la prepotencia que ahora mismo esgrimen, es muy posible que no «lleguemos a buen puerto».

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Para el PP el tiempo es oro mientras que para CC verlo pasar afianza más su cómoda posición en solitario, lo que llevará a marear la perdiz para júbilo de periodistas. Pero Antona está en la posición contraria, quiere resolver el asunto muy rápido, mañana, para tener clara la línea política que debe seguir su partido en los próximos dos años. Quiere zanjar el posible pacto desde la primera conversación con Fernando Clavijo, que, posiblemente, se celebre el lunes o el martes, poniendo las cartas sobre la mesa, y desde un tú a tú de absoluta sinceridad política. A partir de aquí se sabrá si se explora el camino hacia la gobernabilidad o hacia un final de legislatura turbulento. A todas estas también hay que decir que a Clavijo le quedan algunas llamadas por hacer a Madrid.

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