Vea la portada de CANARIAS7 de este jueves 13 de febrero

Los datos de las pasadas elecciones del 28 de marzo sitúan a Coalición Canaria en una dura posición. Muy alejada del centro político y del nacionalismo. De la noche a la mañana se ha convertido en un partido de derechas y aislado en la provincia de Tenerife, allí donde Fernando Clavijo ha centrado toda su atención a lo largo de esta legislatura y donde más recursos se han dilapidado a lo largo de estos cuatro años.

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A la formación que lidera Fernando Clavijo no parece afectarle en su feudo los reveses de la entrada en prisión de los dirigentes de CC por el caso Las Teresitas o la imputación del propio presidente del Gobierno. La corrupción nunca es suya. O es un artificio de los enemigos políticos o de Miguel Zerolo que nunca perteneció al partido o de los empresarios de los que reniegan aunque alimentaron muchas bocas hambrientas.

El pseudonacionalismo chicharrero logró doblar el número de votos y sacar dos diputados, catapultando a Ana Oramas como lideresa de la derecha de la que se ocultó durante años practicando el progresismo al uso y convertirla en heredera del descascaronado imperio insularista si Fernando Clavijo no sale bien parado del enredo judicial en el que está.

¿Qué ha pasado para que Ana Oramas resurja de sus cenizas? Una clamorosa derechización que los sectores más progresistas de Coalición Canaria contemplan con estupor sin saber muy bien en qué equipo juegan. El electorado tinerfeño y palmero es conservador por naturaleza y cuando el PP falla, como ha fallado, se siente cómodo con el partido del clientelismo fino que le dice lo mismo que sus inspiradores ideológicos. El sector progresista sabe hoy que vivir en CC es renunciar a sus ideas y que quien manda en esa formación en el resto del partido y de las islas ya nada tiene que ver con sus principios.

Si algo hay que reprochar al PP de Canarias es su alianza permanente con Fernando Clavijo. Salvó su minoría con los gomeros hasta el punto de que el electorado de Tenerife se olvidó de su existencia por asimilación de papeles. La jugada la vino a rematar Ana Oramas con un brutal giro a la derecha arrinconó al PP, fagocitó a la derecha, le robó el queso a Asier Antona, que se lame sus heridas, las propias y las cuchilladas de su propio partido que le impuso los candidatos y la estrategia, en cuyo paquete también iba dejar hacer a Fernando Clavijo, ennoviado con la verdadera fuerza oculta de los conservadores en Canarias y en Madrid.

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La vieja estrategia del victimismo ante el Gobierno de Madrid, alimentada con muchas carajeras artificiales a cuenta de los presupuestos se constituyó de nuevo en estrategia, la que caracteriza a Coalición Canaria cada vez que no puede rascar nada del Gobierno central.

Es posible que el PSOE haya gestionado mal su relación con Canarias, pero la exageración de CC marcó los escaso ocho meses de Gobierno de Sánchez, en la creencia de que el pacto de las tres derechas estaba hecho y que todo iría sobre ruedas en medio de la fractura de la derecha. Un mal análisis de los pseudonacionalistas chicharreros con el que completaron el cuadro de la estrategia que les ha llevado a la euforia que manifiestan estos días, aunque la procesión va por dentro, porque son conscientes de que la «tendencia» del electorado hacia los partidos progresistas podría arruinar, por primera vez en 35 años, la aspiración de seguir gobernando a costa de lo que sea, como hasta ahora, como siempre.

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