Fernando Clavijo y Ana María Oramas González-Moro, paladines del nacionalismo institucional de Coalición Canaria, llevan tiempo avanzando que en las líneas rojas que aplicarán a su filosofía de acuerdos políticos no se conciben acuerdos con los «populismos» de Vox y Podemos.

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Es curioso que el obstáculo negociador para Coalición sea el populismo, elemento de acción política que se encuentra anclado en primer punto del manual del partido. Ya sea en el reparto de entradas gratis con cargo al Gobierno de Canarias, el reparto masivo de bocadillos de mortadela o el ligero repunte electoral en Gran Canaria en las generales que esperan repetir en las autonómicas cantándose un pío pío.

Es también curioso que mientras Clavijo entonaba el clásico popular canarión apenas se le movieran los labios y su mirada se clavara avergonzada en el suelo. Y es todavía más curioso cuando horas después, finalizado el derbi, Carlos Alonso, fuerza viva del insularismo de Coalición en Tenerife celebrara el triunfo de los blanquiazules en el derbi con un tuit de una altura intelectual e integradora inexistente: «Booooooooom! Tenerife manda en Canarias».

A Alonso al menos no hay que quitarle la careta. Es un verso libre al que le da igual, como hizo en noviembre del año pasado, resaltar la «falta de capacidad de gestión» de Pablo Rodríguez, vicepresidente del Ejecutivo regional y líder de su partido en Gran Canaria.

Es el mismo que tras los resultados electorales del 28 de abril indicó que «hemos demostrado que somos fuertes y que el pueblo de Tenerife se une y responde para defender nuestros intereses», obviando el supuesto carácter regional de la formación que dirige. Los prefiero así, son más honestos que los populistas de mercadillo.

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