Su homólogo bien abrazaría esa idea. Es una teoría muy dada a la ambivalencia, se puede decir que Las Palmas tiene mala suerte o que su defecto es fruto de una carencia de talento o como se le quiera nominar. La certeza más indiscutible, la que se sujeta sobre estadísticas, desnuda un representativo muy poco certero ante la portería rival. El equipo insular ha disparado 39 veces dentro de los tres palos de sus oponentes en las ocho jornadas gastadas hasta la fecha de la Liga, solo ha conseguido ocho goles. Ahí se le va la vida.
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No es Gracia el único portavoz de esa idea entre los contrarios. Esteban, su portero, hombre esencial para entender cómo el partido llegó igualado al descanso, confesaba su inferioridad en el intermedio: «Las Palmas ha sido mejor que nosotros y tuvo ocasiones claras incluso para sentenciar. Es un milagro que lleguemos al descanso empatados», indicó el veterano portero del Almería.
No hace tanto, en el vestuario de la Unión Deportiva se habría consultado a fuentes esotéricas para comprender qué clase de lastre azota al equipo.
Lobera ha sido el primero que ha eludido las excusas, especialmente en días infames como los de Girona, pero ayer ya recurrió al argumento. No encontraba otra fórmula para entender cómo su equipo, superior en el peso del partido, no fue capaz de someter a un Almería tan cicatero en su interpretación del partido. Dos llegadas, dos goles. Eso sí, con una eficiencia absolutamente envidiada en el rincón amarillo.
MATERIA PRIMA. A día de hoy resulta sorprendente que Las Palmas lamente y encuentra la fuente de sus males en su negligencia ofensiva. Su pléyade de hombres ofensivos era destacada durante la previa de la Liga como una de las más potentes de la categoría. Jugadores del peso de Vitolo, Nauzet, Momo, Javi Guerrero, Chrisantus o Thievy llevan el valor ofensivo del cuadro de Lobera a uno de los más altos de la categoría, pero los resultados no llegan con ocho jornadas ya consumidas y el equipo en una posición comprometida.
Esa inercia es difícilmente corregible por el entrenador. Un problema sobre el que ha dedicado muchas mañanas en Barranco Seco.
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