Diego Carcedo
Viernes, 17 de julio 2020, 09:35
Solemos tener buena impresión y excelentes relaciones con nuestras primas, pero hay una con la que en vez de sangre compartimos cartera y como suele ocurrir cuando se trata de dinero, no para de darnos disgustos y problemas. Es la llamada prima de riesgo, a la que la gente describe como la prima más pesada y cargante, que no sé si viene a cuento recordarlo , ironías al margen, es simplemente la que establece el diferencial del coste de la deuda externa que paga Alemania y el resto de los países, entre ellos el nuestro. Los tejemanejes siniestros de los mercados se ceban en las miserias de los pobres y lejos de darles facilidades para que dejen de serlo, o por lo menos para que dejen de sufrir su condición, aprovechan para hincar el diente a sus necesidades financieras y sacar la mayor tajada de su desesperación. Se comportan como esos prestamistas que se anuncian a veces dispuestos a sacarte de algún atolladero de manera instantánea pero extenuándote para los restos con unos intereses brutales. Exceptuando el drama del desempleo, que es nuestro vía crucis particular, la economía española no está peor en cuanto a deuda y déficit que la de otros países europeos donde parece que todo es normal. Pero la prima de riesgo que grava la deuda externa y obliga a contraer la financiación pública es muy alta, en algunos momentos rayando en lo inasumible. Aunque no alcanza las cuotas de la griega o la portuguesa, sigue siendo prohibitiva. Los expertos más realistas, los que se mueven sobre datos concretos y no los que especulan en el aire con previsiones que se contradicen y casi nunca se cumplen, están convencidos de que bastará con que la prima de riesgo descienda por debajo de los doscientos puntos en el mercado secundario para que empiece a vislumbrarse esa recuperación que tantas veces se anticipa como inminente y nunca acaba de llegar. Estos días hemos visto que eso es posible. Bastó que los que mandan en la economía globalizada, y de manera particular en el euro, empezando por Alemania y acabando en el Banco Central Europeo, pasando por el FMI, adoptaran una decisión clara y ejecutiva para auxiliar a Grecia en otro momento -a no sabemos cuantos van- de situación extrema, para que de rebote la prima de España descendiese por debajo de los cuatrocientos puntos. Aún así los niveles actuales todavía no son suficientes para que aquí vuelva a renacer el crédito, la actividad se active, el circulante aumente y poco a poco se creen puestos de trabajo. Pero ha quedado bastante claro con el ejemplo de estos días que esto es posible si realmente los organismos internacionales reaccionan de forma clara y no con las buenas pero vacías palabras a que nos tienen habituados. Hay en todo esto algo especialmente grave y es cómo las decisiones políticas comunitarias están mediatizadas y condicionadas por intereses económicos. A Alemania, que es quien tiene la sartén sujeta por el mango, muchos de estos problemas ajenos la favorecen aunque quizás cabría añadir que de momento. Si la situación en otros países se sigue agravando, también Alemania sufrirá las consecuencias. Otro motivo de lamento es lo poco que enseña la experiencia o cuando menos lo poco que los dirigentes que tenemos aprovechan la experiencia de situaciones ya vividas. Grecia es un espejo en el que todos deberían mirarse. Sus problemas, que no responden sólo a las acusaciones que se hacen a sus habitantes, podrían haberse resuelto hace mucho tiempo. Habría bastado para ello con algo muy elemental: que quienes tenían en sus manos darles solución lo hubiesen hecho con rapidez y decisión. Si las medidas actuales, aplicadas in artículo mortis, se hubiesen arbitrado hace dos o tres años, el mal se hubiese atajado a tiempo y la degradación de su economía no estaría en los niveles actuales ni el euro se hallaría sometido a tantos riesgos, peligros y dudas como ahora mismo está. Y nuestra prima sería menos odiada
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.