Ibón S. Rosales
Jueves, 16 de julio 2020, 11:04
El parque Romano es famoso por su pista blanda para los corredores. Ojo, algunos se quejan de la falta de tierra: «Esto está pelado». El pulmón, en pleno centro de la ciudad, tiene tramos de césped, un enorme pipican, zona de juegos infantiles, un rocódromo, máquinas para ejercitarse y un bar terraza.
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El parque Romano, que se llama en realidad jardines de Alonso Quesada, pasó de ser una zona ajardinada propiedad del antiguo hotel Metropole, donde ahora se alza el Ayuntamiento, a ser un paseo municipal y a figurar, ya en el año 2000, con la estructura que tiene actualmente, excepto la zona del pipican que se creó en 2013. Dragos, palmeras y flamboyanes son protagonistas de la sombra que dan en los numerosos bancos situados a ambos lados del terreno. Este pulmón es precisamente famoso por su pista de tierra, «blanda, perfecta para correr». Pero debido a su uso intensivo, por parte de cientos de personas al día, se resiente con facilidad. «Está pelado, tienen que echar tierra ya, mira cómo está», gritó un runner excitado de la carrera y señalando el seco suelo. Los deportistas han hecho suyo el parque Romano. Se preparan cada día en él, clavando sus pisadas y cohibiendo al caminante. «Se ha convertido más un circuito deportivo que en un parque», sentenció una usuaria. Pero no solo el sudor y los estiramientos se adueñan de la zona de recreo: el amplio parque infantil, situado al lado del parquin del Ayuntamiento, se llena cada tarde. Hay una parcela para niños pequeños y otra para otros algo más grandes. Y tras los churumbeles van sus madres y padres, que tienen una terraza con decenas de mesas donde tomar algo mientras los niños pasan las horas divirtiéndose en los remos. «En verano hay mucha más gente, ahora como se hace de noche a las 18.00 horas no viene tanta gente», comentaron los camareros de la terraza Chévere. Más de la mitad del césped central estaba esta semana cercado. «Se plantó hace un mes y ahora hay que esperar a que crezca antes de poder usarse», describió uno de los dos jardineros. La usuaria Carmen García extraña unos buenos sanitarios. Cuenta con un baño de la terraza y otro de uso público, previo pago. El césped se ha convertido en el lugar ideal para que los «que hacemos circo», relata Francesco, un italiano que vino a vivir a la capital por el «el clima y los impuestos bajos», mientras hacía volar sus cinco mazas a la vez.
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